Ha pasado ya mucho tiempo desde que leí este libro, cuando estaba en el colegio más bien dicho, pero lo recuerdo con cariño, pues fue una bonita lectura en un bonito tiempo. Así que allá vamos: El libro es Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel.
La historia nos sitúa en los
acontecimientos ocurridos en la época de los 80’, inmerso en la dictadura de
Pinochet. La narrativa nos lleva a la vida de un militante del frente de izquierda
y un homosexual, a quién la sociedad ha segregado, estandarizado y rechazado.
Por otro lado, nos relata la, tóxica y tortuosa, relación entre el dirigente
Pinochet y su mujer, además de la angustia, las memorias y las pesadillas que
lo atormentan.
Los personajes son un apartado, enormemente, osado y minuciosamente articulado. Poseen, además, una realidad fluida, suave y sutil. Se desenvuelven y actúan de acuerdo a la realidad en la que respiran y aman. Inclusive aquellos que ya simplemente se desplazan de un escenario a otro, pues aquellos atributos positivos en su vida se han esfumado o, en primer lugar, jamás existieron. Debo destacar, su vocabulario. Lemebel (sobre)explota los modismos chilenos, aquel lenguaje picante, burlesco, soez, verdadero y auténtico presente de la sociedad chilena, que a su vez, enriquece a la obra y permite la instancia de empatizar con el personaje; de reír y de sufrir.
La trama nos embarca al inicio
de un romance, que excluyéndolo de todo lo despectivo, se debería suponer como
un amor normal. Entre dos personas, irremediablemente atraídas. El contexto de
producción es un apartado, un tanto, llamativo, pues este se relata a través de
los ojos de la Loca, la cual se ve excluida de hechos, particularmente, violentos,
pero es juzgada, excluida y desdeñada. A través de este mecanismo se articula
una muestra de violencia desde otra perspectiva pues esta carcome desde el
interior. No digo que la vida de la Loca ha sido exenta de hechos violentos,
pues ha sufrido y bastante. Sino más bien que en la actualidad, en su vida
adulta, se encuentra distante de la realidad, pues ella deambula a través del
conflictivo Santiago, atravesando puntos geográficos sin ningún impedimento;
puesto que no pertenece a ninguno. He deducido esto debido a escritos de
Lemebel sobre su época en la militancia de izquierda, en la cual a pesar de
poseer amistades, nunca fue completamente aceptado, esto debido a su
homosexualidad. En contraposición, se relata la vida del General Pinochet,
configurado bajo un personaje desgraciado e infeliz conviviendo con una mujer
arribista, insensible y fría. Esto no quita realidad al relato, pues es una
interpretación de una vida privada. Es ficticio, pero al ser tomado de un hecho
resguardado por la pareja en la vida real, permite especular sobre su diario
vivir y el trato entre estas personas.
Con respecto al desarrollo de
la historia, debo destacar que está bien llevado, de forma natural. En ningún
momento se ve una escena forzada o fuera de lugar, lo que genera armonía a la
hora de leer, pues no incomoda en ningún momento el desenlace de los
acontecimientos. Además, de seguir con la reflexiones de Lemebel, que a pesar
de expresarse bruscamente, guardan en sí una verdad bella, de un corazón
latiendo por amor. El aporte de Lemebel es acertado, atingente a la época y que
incluso ha transcendido a la actualidad, una mente brillante que encontró en
las letras la manera de hacer eco en otras personas.
En fin, no hablaré del cierre del libro pues apela a la interpretación de cada persona, además de que esta historia de amor se debe leer completamente para comprender; razones y aptitudes. Lo único que puede señalar es, a mi parecer, un bello final articulado bajo una decisión madura y acertada.
Saludos Gab.
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